Aprender un nuevo idioma puede ser algo realmente apasionante. El abanico de posibilidades que abre el lenguaje va desde simples contenidos multimedia, hasta los más exquisitos y refinados elementos culturales, académicos y humorísticos que podemos encontrar en este nuevo idioma. Es por ello que te invito encarecidamente a aprender una nueva lengua, en especial una global como es el inglés.
Todos en el extranjero deberían hablan inglés, y es que, debido a su extensión es la lengua internacional por excelencia. Así obtienes la llave que te abrirá todas las puertas del mundo, podrás acceder a aquellos documentos de tu interés, noticias del mundo, videos, películas, libros, oportunidades académicas y laborales que ni siquiera habías pensado
Pero el adquirir una nueva habilidad (en este caso inglés) requiere ejercitación, paciencia y disciplina. Esto se debe a que nuestro cerebro debe adaptarse al nuevo conocimiento.
En nuestro cerebro encontramos a las neuronas y en el cuerpo de estas, las dendritas. Estas estructuras son como pequeños bracitos o cables que se “conectan” a las otras dendritas de la siguiente neurona. Mientras más dendritas haya, y mientras más complejas sean sus conexiones, más rápido y de mejor manera recordaremos lo que sea que queramos recordar. Estas nuevas conexiones dendríticas requieren tiempo para generarse, ya que son estructuras físicas, y al igual que los músculos, no aparecen de la noche a la mañana; deben de ser construidas. Así nuestro cerebro se va adaptando poco a poco a esta nueva realidad.
Por lo que mientras más practiques una lengua más fácil te será usarla. Esto es obvio, pero poco a poco vas a ir sintiendo como este nuevo idioma se convierte en parte de ti. Al principio tus oraciones serán deficientes, le faltará cohesión, usarás mal las palabras, y está bien. Es parte del proceso. Mientras más profundices en el idioma verás estos errores y poco a poco vas a ir mejorando tu comprensión y oraciones. Luego los errores que cometías serán una cosa “obvia, errores de tontos”, pero no se trata de eso, sino que ahora comprendes los fundamentos y los aplicas.
Sus beneficios no se limitan a los antes descritos. Todos comenzamos con enfermedades neurodegenerativas más o menos a la edad de 65 años. Lamentablemente nadie se salva de esta implacable realidad. No obstante, podemos mejorar nuestra salud y proteger a nuestro sistema nerviosos usando el multilingüismo como uno de los tantos elementos protectores. Si bien es una medida ideal, también lo es el incorporar diversos temas y profundidad o expertiz en los mismos.
Esto es como hacer ejercicio, si no entrenamos duro, no sirve para nada. En nuestro cerebro pasa algo parecido. Al ir incrementando las cargas académicas, practicar y practicar, poco a poco iremos desarrollando más y mejores conexiones nerviosas. Y, usando la ley del mínimo esfuerzo, nuestro cerebro estará obligado a obtener las mejores rutas nerviosas. Así obtendremos la base para una vejez neuroprotegida. Pero no debemos relajarnos, siempre debemos usarlas en algún grado para mantener estas conexiones.
Dentro de los beneficios de tener una segunda lengua, además de lo útil que es, también encontramos mejoras cerebrales. Los estudios han demostrado que las personas que poseen más de una lengua captan mejor su entorno, mejoran su concentración, pueden cambiar de tarea más fácilmente, aumenta el pensamiento crítico, la creatividad y la flexibilidad mental.
Todo esto se debe a que usamos más y de mejor forma el cerebro, cambiando nuestros procesamientos de información y las estructuras neurológicas mismas. Con cada nuevo uso generamos, reforzamos o cambiamos nuestro “cableado cerebral” hasta adquirir un “cerebro mejorado”. Provocando que nuestro cerebro este más protegido frente a las enfermedades neurodegerativas, las cuales llegarán tarde o temprano. E incluso facilita nuestro aprendizaje de un tercer idioma, dado que ahora poseemos un mayor reconocimiento de los patrones.
Ahora bien, la mejor forma de aprender un idioma es la semejanza a los legos. Tomar esos pequeños bloques, ver como los podemos unir y el resto es práctica.
Pero no todo es color de rosa. Dentro de las desventajas que nos presenta el bilingüismo tenemos que: nos demoramos unos pocos milisegundos más en encontrar las palabras adecuadas, y esto se nota ligeramente.
Esto se debe a diversos factores. El primero de ellos es que nuestro cerebro debe reconocer cual idioma es al que nos estamos enfrentando, luego debe buscar las palabras adecuadas, pero en vez de buscar en un “cajón” debe hacerlo en dos. Así mismo suele ocurrir que nuestro léxico es más reducido que el de una persona monolingüe, por la sencilla razón de consumir menos material (y, por consiguiente, menos léxico) en una lengua específica.
Otra desventaja es que nos podemos olvidar de las palabras exactas que queramos decir en cualquiera de las dos lenguas, pero recordamos su significado, alguna imagen relacionada y sus características, pero la palabra en sí misma simplemente se nos ha olvidado. Le aseguro que más de alguna vez le pasará.
Pero estas desventajas son mínimas e irrelevantes si vemos los beneficios. Por lo que deberíamos aprender al menos una segunda lengua, de preferencia el inglés.
No podemos cerrar este artículo sin un asunto curioso, y es que nuestro cerebro es un órgano simplemente impresionante, ¿Sabías que nuestra personalidad cambia en base a qué idioma estamos hablando?
Nos vemos en el siguiente artículo.
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